La contaminación electromagnética, también conocida como electropolución o electrosmog, es la presencia excesiva de radiación de cualquier espectro electromagnético. Las radiaciones son producidas mediante las ondas de la televisión, teléfonos móviles, las líneas eléctricas, rayos X, la radio, microondas, las conexiones wifi, etc., unas ondas que emiten campos electromagnéticos en distintas frecuencias y que perjudican nuestra salud.
El avance y desarrollo de las nuevas tecnologías hace que todos los días estemos expuestos a un enorme campo de radiaciones, ya sea en nuestras casas, en las escuelas, en los hospitales e incluso por las calles. Esta contaminación electromagnética tiene graves efectos en nuestra salud que pasarán factura en nuestro organismo a largo plazo.
¿Cómo clasificamos las radiaciones electromagnéticas?
Estos campos electromagnéticos son originados, en su mayoría, por la actividad humana. Los clasificamos en ionizantes y no ionizantes, según la frecuencia del mismo. Para que podamos entenderlo:
Las radiaciones ionizantes son aquellas con una muy alta frecuencia, capaces de romper los enlaces entre las moléculas y con efectos probados de salud a largo plazo. (Ejemplo: rayos X)
En cuanto a las radiaciones no ionizantes distinguimos entre radiaciones de baja frecuencia y alta frecuencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos dos tipos de contaminación electromagnética están catalogados como posibles cancerígenos del Grupo 2B. (Ejemplos: transformadores eléctricos y teléfonos móviles).